domingo, 12 de diciembre de 2010

Ancianos Olvidados

Al Final del Ocaso
Las esquinas de las calles,
son tu aposento
y con un caminar lento,
esperas prontamente
el final de tu tiempo.

Hilos plateados
como manto
cubren tu cabeza.
Hilos que nacieron
hace mucho tiempo,
tu cuerpo cansado
con el paso del tiempo
luce encorvado.

Tu mirada agachada
y tu mirada perdida
hacia el lugar
donde un día fuiste sacado.
Porque polvo eres y polvo volverás.
Porque para hoy no hay nada,
sólo recuerdos de una vida pasada,
cuando tu imagen
adornaba el centro de un hogar,
de una familia, ahora llanto
es tu imagen en el viento
sin música, sin amor,
sin calor que te acompañe,
acompañado únicamente
de tu sombra enlutada.

Viviendo muy pobremente
de la misericordia de otros.
Misericordia que es un dinosaurio,
no por su tamaño
sino porque ya se ha extinguido,
misericordia que tiene olor
a fósil disecado.

Porque ahora
será esculpida tu imagen
para perpetuar tu angustia,
porque viendo no vemos,
cada día son más
que cada día vemos menos,
delante de estas figuras olvidadas
insensiblemente pasamos
sin practicar
lo que tanto hablamos.

Y que con el paso del tiempo,
el mismo tiempo
los ha olvidado.
Te acercas a ellos
y huelen a tristeza
a lágrimas e insomnio.

Y al terminar el día
hambrientos, sedientos
y temblando de frío,
su cuerpo débil
sobre una banqueta húmeda
se ha recostado
y atrapado en el frío,
el llanto, la tristeza,
la soledad y la angustia,
sus ojos para siempre
se han cerrado
y ninguna lágrima
se ha derramado
en tu sepulcro, ninguna flor
se ha colocado
porque al final del ocaso
de ti nadie
se ha recordado.

Autor: Dr. Juan de Dios Aceituno Véliz.

Niños de la Calle

Nacidos Para Morir

Detrás de una carita sucia,
hay un niño
Detrás de un niño,
hay un corazón

Niño sin infancia
Niño sin sonrisa
Niño sin felicidad

A tu corta edad,
tu rostro esta marcado
de prolongadas cicatrices.

Lo que otros utilizan
para informarse
tú lo utilizas
para cubrirte del frío.

Tu que de los recipientes
de basura, miserablemente
te has alimentado,
de lo que a los otros
les ha sobrado
Y lo han tirado

Pero no se han
recordado de pequeñas
figuras hambrientas
Que en el insensible
olvidado han quedado.

No llores niño,
sino tienes calor,
Ni esperanza, ni mañana.
No llores niño,
sino tienes un juguete
Pues la soledad y la angustia
juegan contigo.

No llores niño,
sino tienes un vestido
Pues dentro de poco
en un mundo de ciencia
Pero sin conciencia,
el ataúd será tu vestido
Revestido en un juego atrevido,
Con su futura compañía
La muerte.

Y serás uno más,
en la gran lista
de los que no aparecen
en ninguna revista
pero que han quedado
en el olvido.

Autor: Dr. Juan de Dios Aceituno Veliz

En Las Calles

Viejos y niños
yacen en las calles
de todas las ciudades.

Sus corazones claman
y vierten lágrimas
cual manantiales
día y noche.

Gritos en silencio,
miradas perdidas
vidas que desfallecen
de soledad, angustia,
dolor, frío, hambre.

Vidas que se apagan
Cada segundo
En la entrada
De todas las calles

Caminan en tinieblas
como los muertos
de mucho tiempo.

Derramando sus almas
en el regazo de las calles.
Grande como el mar
es su soledad,
su sufrimiento.

Cercados por todos lados,
no pueden salir
Sus cadenas son pesadas.

Sus ojos destilan
y no cesan
porque no hay alivio
en las calles.

Autor: Dr. Juan de Dios Aceituno V.